EL PODER DE LA PALABRA
Desde que el hombre aprendió o improviso los trazos en
primitivos lienzos de roca, hasta la tecnología de hoy en futuristas
hologramas. Algo que no ha cambiado, al menos físicamente, es la palabra, la
responsabilidad y el poder con el que nació, ya lo decía el tío Ben, a un
iniciado Spiderman-. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
Y es que acaso esta máxima de comic resulto ser cierta.
En la obra El viñedo del texto: de Ivan Illich, el autor compara la lectura con
la vegetación, el cultivo, la cosecha y demás, que es sino una palabra la
semilla para desencadenar o iniciar el agrícola momento de la creación del
pensamiento a “raíz” del poder de ese conjunto de letras.
Etimológicamente, palabra, proviene del latín parabŏla 'comparación',
en lat. tardío 'proverbio', 'parábola', y este
del gr. παραβολή parabolḗ. incluso en sus orígenes “palabra”
connota cambio, transición.
Cuando el hombre
le dio importancia al discurso, a los párrafos se dio cuenta que tenia a su
disposición un arma que no necesitaba inversión, tecnología, o detonante.
El autor norteamericano Joseph Campbell difundió y ayudó
en el nacimiento del lenguaje cinematográfico de Hollywood y sus producciones,
nada más y nada menos que con palabras, su obra El viaje del Héroe, que
es una especie de manual donde narra el proceso del surgimiento del héroe la
creación del paradigma ideal.
Qué necesita vivir una persona común y silvestre para ser
honrado por mitos y leyendas al momento de contar su historia. Pues según
Campbell una travesía material y también espiritual, en esta segunda debe
superar sus traumas, sus taras, su lenguaje, sus palabras, convencerse así
mismo que para salir y surgir de entre las sombras las únicas luces que
necesita es entender el significado del coraje y valor, y un conocimiento
basado en experiencia además de saber cómo irradiarla, el medio para dejar
testimonio de esto ultimo es en definitiva la palabra.
¿Pero cómo así un rompecabezas de silabas, consonantes y
vocales pueden ser u ocultar un poder inconmensurable?, la bomba atómica
textual es el discurso, el poder que conlleva y lo que vaya a desencadenar esta
supeditado a las palabras que contenga y a su redacción en coordinación con su dicción.
Un acto que parecería, algo sencillo, pero para que
desencadene, emotividad, identificación, propaganda, debe estar escrito con
precisión matemática, con exactitud de neurocirujano. Solo así, podemos vivir
la magia de las palabras en los discursos, y si no es así amable lector puede
usted oír el discurso traducido de Martin Luther King “I have a dream"
o sin ir tan lejos de la realidad, escuchar el discurso del protagonista de
Gladiador. Las palabras sirven para enamorar, indistintamente de que signifique
el amor y el amar.
No es lo mismo decir, te extraño, a decir: Si
mi alma no siente el palpitar de tu pecho, mi sangre se enfría y mis labios te
imploran, te invocan con susurros al viento, con la vaga esperanza de que Eolo
te cuente mi pesar.
Pero quien diría que un invento tan rustico y quizá hasta
accidental hoy en día desarrollarían o si quieren evolucionaria a la par con la
tecnología. Si acaso la guerra de los signos y símbolos suele darse en las
matemáticas, un universo paralelo serían las indicadas siempre como las
antagónicas de las ciencias, o mejor dicho de los números. Las palabras,
aun, no han inventado operaciones entre ellas que den como resultados
etiquetas fijas y cuadradas. Pero si han desarrollado su propia arquitectura para
acercarnos en algo a sus antípodas, las matemáticas.
En los números existe la suma, la resta, la multiplicación
y la división como operaciones básicas. Y uno debe aprenderlas si es que quiere
pasar a otro nivel del conocimiento.
Pero no nos hemos dado cuenta que el lenguaje, ese
portaviones de las palabras también a desarrollado un proceso para que ese poder
disperso en cada significado o concepto que esconden las palabras en lo
individual, puedan ir encajando de manera tan imperceptible que suman una
energía, emotividad, armonía mágica, al momento de ser redactadas y leídas. Los
sustantivos, los verbos, los adjetivos, algo mas compuesto las analogías, las
metáforas, los silogismos, paralelos de las operaciones matemáticas, ha
desarrollado vertientes tan bastas como el cerebro, o la imaginación.
Los griegos intentaron explicarlo todo, ya sea de manera
lógica, real, o abstracta o por último mitológicamente. En ese afán por
entenderlo todo heredaron esa inquietud a sus descendientes y es así que la
palabra fue evolucionando en distintas formas, desde la poesía, la rima, el
discurso, la oratoria, los debates, ramas del conocimiento, llamado o
calificado como social, en los cuales la protagonista fue siempre la palabra,
no por una moda, sino porque cada vez se fue entendiendo lo desconocido de su
poder, puesto que no se puede cuantificar de primera mano el impacto de las
mismas, porque valgan verdades la palabra está sujeta o quizá condicionada a
factores como el medio donde se la difunda o imprima, dependen o si somos más
dramáticos, están reprimidas por circunstancias como la redacción, el tono de
lectura, la impostación la musicalización. Elementos comunicativos que con la
llegada de la tecnología han ido mutando en representaciones cada vez mas
ambigua o lerdas. No todo aquello denominado como evolución o tecnología
siempre apuntara al desenlace de algo mejor.
La palabra es más versátil y maleable que el mismo metal,
no hay material físico tan adaptable como la palabra, puesto que se la utiliza
de maneras casi impensables, pero ordinarias en nuestro afán de entes orgánicos
presionados por vivir a la velocidad de nuestras frustraciones. Una palabra
puede ser una llave, puede ser una rompecabeza, puede ser un instrumento de
destrucción mundial, puede ser el más letal y amargo de los venenos, así como
también el más dulce y ansiolítico de los manjares, y sin tener que siquiera sobrepasar
todos los sentidos, la palabra tiene un impacto desde lo atómico,
celular;
hasta psicológico. Una cualidad que ha sido utilizada por todo el mundo
consciente y también los del lado oscuro.
El
nobel colombiano, Gabriel García Márquez, dejó una amplia gama prueba del poder
de las palabras. Su cuento La luz es como el agua no solo hace que
vocalicemos despacito cada elemento lingüístico que enebro como toda una
Penélope. También seduce a lamente y nos incita a imaginar, a soñar cada
concepto de a lectura, a pensar como es posible ese escenario en un texto
apilado como los ladrillos de una pared.
Sería
injusto solo hablar del poder de la palabra y atribuirle todo el mérito a esta.
Dice un fragmento del poema Look at Love de Mevlana Jelaluddin Rumi, ¿Por
qué ver por separadas esta vida y la siguiente, si una proviene de la
anterior?, y resume de manera precisa y hasta romántica la relación del
poder de la palabra con la lectura, que sería de la palabra sin la lectura, que
sería la lectura sin la palabra.
En
su obra Antonio y Cleopatra, el genio William Shakespeare sintetiza la
consecuencia tacita de quien cultiva además de la lectura, la palabra, Tengo
anhelos inmortales en mí.
Quien
escribe sabe que su objetivo no sole es ser leído, ser comentado, criticado tal
vez. Sino dejar un legado, un impacto, un cambio, Juan Villoro, escritor,
reportero, cronista, ensayista y más, de nacionalidad mexicana, defiende el
poder de la palabra, y su manera de demostrarlo no solo es escribiendo, ha
incursionado en diferentes campos de especialización de otro portaviones de la
palabra, como es la redacción o escritura. El afirma en su compilatorio Safari
Accidental que, en el género narrativo la crónica, es el ornitorrinco
de la escritura un compilado de palabras que incursiona en el ensayo, el
reportaje, el comentario, el perfil, la nota de color, la opinión, la poesía por
nombrar solo algunos paralelos al mamífero semiacuático con el que se le
compara. Esto en respuesta a lo que alguna vez afirmó Alfonso Reyes sobre el
ensayo, diciendo o mejor dicho escribiendo lo siguiente, el ensayo es el centauro
en la escritura.
Y
es que, a través de sus representantes o sus heraldos, la palabra ha sabido
materializarse en todos los aspectos del conocimiento, sea este comprobado o
no, sino basta ver la connotación que mueve a más de dos mil millones de fieles
en el cristianismo, bajo el gobierno de una frase, La palabra de Dios, la
biblia. Qué hace que un grupo de letras puedan unificar la conciencia y
esperanza de muchas personas que incluso sin entenderlo o comprobarlo afirman su
fe al escuchar la palabra de un dios, que nunca les devuelve una.
Hemos
visto como la palabra está en constante actualización, pero lamentablemente
también con deformación, con la llegada de las aplicaciones para celulares,
también surgió una variante rara de palabras, aquellas que más parecen
jeroglíficos del posmodernismo tecnológico, en las cuales se han combinado de
manera inesperada matemáticas y gramática.
Darwin
definió la evolución como "descendencia con modificación” nuestras
actuales generaciones parecen haber tomado dicha aseveración con precisión
molecular puesto que leer un chat entre adolescentes centenials,
hoy parece un trabajo para antropólogos de los símbolos. Porque la mutación de
la palabra hoy en día más que sorpresa nos causa satisfacción, es una
consecuencia de ese poder desconocido que aún estamos por descubrir.
Actualmente
ya hay aplicaciones que te rescriben un párrafo, o te componen un discurso con
tan solo poner el tema. Es la tecnología una espada de doble filo para la
palabra o simplemente un nuevo medio al cual se está adaptando esta última.
El
lenguaje y otras ciencias que anteriormente parecían no contener ningún ápice
de encuentro con la palabra. Hoy se sirven de ella sin ruborizarse, al momento
de difundir sus artículos de avances. ¿Habrán, aunque sea mínimamente,
imaginado los primeros hombres cuando pintaban en rocas figuras de animales,
que miles de años después un simple trazo se convertiría en la llave a un
universo de interpretaciones mediante la palabra para poder dar con el objetivo
de aquella acción?
Es
probable que nunca lo sabremos, pero de algo si estamos seguros, que desde su
aparición en nuestra vida, la palabra se ha convertido en una herramienta
fundamental para crecer como especie, para evolucionar como seres superiores,
podrán inventar miles de aparatos que nos acerquen a aquello que denominamos
mágico, pero inventar algo tan poderoso como la palabra y todas sus variaciones
solo se da una vez en un millón, no importa el idioma, el formato, el medio, la
humanidad hará uso de la palabra, incluso cuando se popularice la telepatía,
cuando se invente algo que sustituya a los libros, la palabra retomara su
esencia primeriza, ser tacita, ser algo existente pero no
palpable, ser algo sensitiva, pero no visible, ser un poder inconmensurable
pero no para cualquiera.
El
poder de la palabra también nos lleva por otros océanos que son material para
otra disertación, cómo la palabra encandilo tanto al hombre que este le erigió
templos únicos con contenedores santos, lugares donde aprendieron a dormir y
macerar el conocimiento, la palabra y la lectura solas solo eran un dúo, pero
siguiendo con la mitología, podemos hablar de una triada al momento que se
descubrió que no había mejor contendor para ambas como es y lo seguirá siendo,
espero, el libro.
El
poder de la palabra no solo cautiva, o motiva, nos hace reflexionar sobre
nuestro papel en esta realidad, donde priman los sentidos, y es precisamente la
palabra quien nos ayuda a dejar testimonio de dicha sensibilidad en cada
aspecto de lo que no hace humanos, las ciencias, las letras, la filosofía y la
razón.
Cómo
un concepto puedo mover un organismo, una idea un mundo sin la necesidad de
necesitar cantidades inmensas de energía, cómo la palabra se ha convertido en
el eslabón de la evolución, cómo la palabra me ha hecho escribir casi cuatro
caras sin darme cuenta…
Ese precisamente es el poder de la palabra, es como pólvora seca, ahí estática fría, basta con que encontremos ese fuego primitivo para desencadenar dinamismo, imaginación, conceptos filtros. Y que nos cuestionemos temas de los cuales también quisiéramos escribir y hacer uso del poder de la palabra.